domingo, 29 de mayo de 2011

¡Que Dios nos ampare!

Hace tiempo que no entraba. Hoy lo hago sólo para decir que estoy muy arrepentida de lo que hice. Le reclamé de mal modo a un vecino (un chico joven de unos veintitantos años, al parecer, trabajador del vecino y padre de familia que es más o menos de nuestras edades) por robarse mi agua.
El vecino es recién llegado a la colonia. Mi marido ya le había dicho que le prestaba nuestra manguera para llenar la pequeña piscina de plástico donde sus hijas se bañaban. Dijo la manguera, más no el agua. El vecino se tomó la mano y el pie. Y siguió usando nuestra agua.
Con esa manera de reaccionar tan fuerte que tengo, salí de casa y recogí mi manguera. Unos minutos después, mi marido escuchó al vecino despotricar contra mí: "salió la pinche vieja. La dejé hablando sola"... Otra cosa que dijo de mí fue: "todo por una manguera que cuesta 40 pesos". "A la verga", añadió el vecino.
Mi marido tuvo la idea de ir a disculparnos con el vecino por "mi reclamo". El vecino, jefe del chico que usó nuestra manguera y nuestra agua, dijo que el joven era su trabajador y que ya le había llamado la atención porque se atrevió a usar nuestra agua.
¡Ay ajá! Si es su empleado, seguro hace lo que el patrón le dice, ¿no?
En fin, que la disculpa fue bien recibida por los vecinos.
Pero yo no me quedo tranquila. Ya saben que los mexicanos somos muy vengativos y rencorosos. Así que espero en Dios que no vayan a vengarse de nosotros.
No tengo nada contra nadie. Pero tengo mis dudas. Los vecinos se ven de bastante dinero, no trabajan y sus autos tienen placas de Michoacán.
Que Dios nos ampare.